Número 32, Año 6, mayo, 2019
El 29 de abril pasado los diputados aprobaron la reforma a la Ley del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR), se modificaron aspectos que regulan el funcionamiento de las afores por lo que se trata de una reforma que afectará de modo importante a las y los trabajadores de este país. Es probable que en el siguiente periodo de sesiones el Senado apruebe las modificaciones propuestas. ¿Se trata de una reforma en beneficio de las y los trabajadores? O por el contrario, ¿será más de lo mismo? Todo parece indicar que se trata de una modificación que busca beneficiar a los mismos que desde hace décadas se han enriquecido a costa de la mayoría de nosotros. Es una reforma que mantiene y refuerza la visión neoliberal de la seguridad social, no modifica ni echa para atrás las reformas que desde mediados de los años noventa han ido privatizando y lucrando con el ahorro y la seguridad social de las y los trabajadores. El sistema de seguridad social antes de las reformas neoliberales se basaba en la solidaridad entre los trabajadores actuales y los que venían tras de ellos. Las pensiones que recibía un trabajador tras años de servicio y esfuerzo salían no sólo de sus propios ahorros sino de la contribución que realizaban trabajadores más jóvenes que seguían en activo, éstos, más tarde, cuando se jubilaran también recibirían el apoyo de otros trabajadores. Este era el esquema solidario que regía en lo fundamental al sistema de seguridad social y las pensiones. Con el modelo neoliberal se impuso, no sin resistencias y protestas, el llamado sistema de cuentas individuales, mediante el cual el profundo pensamiento neoliberal del “cada quien que se rasque con sus propias uñas” pasó a dominar el sistema de pensiones y seguridad social. Con éste cada trabajador debe ir ahorrando a lo largo de su vida laboral para al final alcanzar una pensión que le alcance para vivir; de este modo se responsabiliza al individuo de lo que pueda o no hacer, se olvida que la sociedad es responsable de asegurar un retiro digno a quienes de una u otra forma han trabajado por años. Desde los años noventa a la fecha las cuentas administradas por las Afores han aumentado aceleradamente, mientras que a finales de 1997 había poco más de 11 millones, para abril de este año más de 68 millones de trabajadores, según la Cámara de Diputados, ahorran para su retiro a través de una Afore. La cantidad de dinero que estas empresas privadas administran no es nada despreciable, por ejemplo, de la inversión en infraestructura cerca del 22% proviene de ellas, y el total del dinero que controlan representa el 15% del PIB. Dadas estas cifras no es de extrañar que, para las Afores, resulte un jugoso negocio invertir con dinero que no es suyo y sólo darle migajas de rendimiento al trabajador. La reforma recién aprobada por los diputados a fines de abril busca facilitar la operación de las Afores al flexibilizar los requisitos para su registro y funcionamiento, esto al dejar de ser “Sociedades de inversión” y pasar a conformar “Fondos de inversión”. Por otro lado se les permite invertir en nuevas áreas. Hasta ahora la mayoría de la inversión que realizan, alrededor del 52%, se concentra en la deuda gubernamental, es decir, en préstamos al gobierno; ahora se busca que se puedan realizar inversiones en valores de empresas en el extranjero, corporaciones transnacionales y empresas privadas de toda índole. Se trata de facilitarles el trabajo, que puedan invertir dónde gusten, es decir, de hacer más sencillo que sigan jineteando dinero que no es suyo. Otro de los elementos de la reforma son las comisiones que podrán cobrar las Afores. Con el argumento de mejorar los rendimientos que nos entregan por usar nuestro dinero. Ahora las afores no sólo cobrarán comisiones en relación con el dinero que nos administren sino también en relación con los rendimientos que nos entreguen, se supone que así tendrían más motivación para hacer rendir nuestro dinero y entregarnos un poco más, sin embargo, esta reforma no anota el problema fundamental, nos siguen cobrando por usar nuestro dinero, y ahora podrán cobrarnos más.
Las comisiones que actualmente cobran las afores en México son de las más caras del mundo, por encima de países como Chile, Japón o Noruega, de alrededor del 1%, y aunque esto parezca poco lo cierto es que con una comisión así, después de unos 40 años de trabajo el ahorro se reducirá alrededor del 20% ¡nada despreciable lo que nos quitan! Si lo anterior no fuera suficiente el problema real es que todo este negocio no beneficia a los trabajadores, según datos de ellos mismos (la OCDE), un trabajador mexicano al terminar su vida laboral recibe una pensión que apenas ronda el 22 y 25% de su último salario.
La reforma recién aprobada en abril de este año no apunta a solucionar ninguno de los problemas de los trabajadores, en lugar de echar para atrás las reformas neoliberales en el Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR), eliminar la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el retiro (Consar), volver al sistema de ahorro solidario y eliminar a las Afores que sólo se enriquecen usando dinero que no es suyo, en lugar de todo esto, la reforma que se busca aprueben los senadores en septiembre próximo mantiene la línea trazada por el neoliberalismo y su mantra: el individuo decide si ahorra o no, si no ahorra se jode. ¡Como si fuera una cuestión de decisiones! ¡Como si pudiéramos ahorrar cuando el salario no alcanza!
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