Número 25, Año 5, abril - mayo, 2018
A partir de los trabajos del V Congreso Nacional Indígena (octubre de 2016) se realizó una consulta para la conformación de un Concejo Indígena de Gobierno y la elección de una mujer indígena como delegada para participar y llevar la voz de los pueblos a la contienda electoral por la presidencia del país en el 2018. Una vez realizada la consulta se conformó en mayo del 2017 el Concejo Indígena de Gobierno (CIG), eligió a los delegados que lo integrarían y nombró como vocera a María de Jesús Patricio, Marichuy, para buscar el registro como candidata independiente y aparecer en las boletas electorales del año en curso. En esa reunión de mayo el CNI y el CIG plantearon uno de los objetivos de la iniciativa “no buscamos administrar el poder, queremos desmontarlo desde las grietas que sabemos, somos capaces[...]”. Tal iniciativa requirió la comprensión de una propuesta que a vista de muchos había caído en la lógica electorera de los de arriba, sin embargo, ésta fue una de las primeras apuesta, el llamarnos a escuchar, el apelar a nuestra capacidad de comprensión, de discusión y de organización. Así, desde un inicio, como bien lo decían los compañeros, la tierra retembló y lo primero que se percibió fueron las voces de aquellos que no estaban dispuesto a escuchar, que con casi nada de elementos criticaron una iniciativa que por encima de todo era un llamado a la organización y a sumarnos al fortalecimiento del CNI-CIG. Pero no todo fue griterío; para algunos otros la propuesta fue una nueva llamarada para fortalecer la organización, para crear nuevos espacios de encuentro, para sumar y construir a partir de nuestros dolores. Luego del inicio de la propuesta hubo que sumar fuerzas para entrar al proceso del registro de la candidatura, lo que implicó, entre otras cosas, la formación de la asociación civil “Llegó la hora del florecimiento de los pueblos”, organización constituida por importantes personalidades tanto del ámbito académico, como cultural y periodístico, que acompañaron a lo largo de todo el proceso al CIG. Además de esto, se organizaron a lo largo del país y en el extranjero redes de apoyo al CIG y su vocera, grupos de trabajo y una variedad de pequeños núcleos que se sumaron a la recolección de firmas requeridas por el Instituto Nacional Electoral (INE) para el registro de una candidatura independiente. Respecto de la recolección de firmas en su momento se señalaron las trabas que el INE impuso a las candidaturas independientes. Dentro de estas dificultades se encontraron variados requisitos que como era de esperarse responden a las mañas de las instituciones gubernamentales a las que poco les interesa la representatividad real de pueblo; de manera que, mediante su sistema de recolección de firmas se mostró nuevamente el grado de simulación al que ha llegado el sistema electoral mexicano. En este sentido, una vez acabado el periodo de recolección de firmas pudimos ver que juntarlas sólo era posible contando con una importante cantidad de dinero para echar andar las redes clientelares de los partidos políticos y comprar tanto bases de datos de credenciales como la firma misma. No obstante, el aprendizaje que nos ha quedado del proceso de registro de la candidatura es grade, pues aunque no se alcanzó uno de los objetivos se avanzó en la ofensiva que plantearon el CNI y el EZLN. Un recuento general al respecto indicaría que dimos pequeños pasos en el conocimiento de los vericuetos legales y electorales que supone la política de arriba, y sobre todo en la organización. Al respecto podemos decir que colectivamente nos esforzamos por escuchar, por plantearnos reflexiones para entender tanto el México de abajo como el de arriba; de manera que con todo y dudas seguimos caminando, atendiendo a eso que se nos dijo “Nuestro llamado es a quienes creen en sí mismos, en el compañero que tienen al lado, que creen en su historia y en su futuro, es a no tener miedo de hacer algo nuevo, pues esa vereda es la única que nos permite certeza en los pasos que demos”. Pero como sabemos esforzarnos no es suficiente y en ese sentido aún nos queda un enorme trecho por andar; ya hará falta que en nuestros espacios discutamos lo que implica no haber cumplido ese primer objetivo, es decir, un objetivo que aunque no era el único era importante para la visibilización de los problemas que acechan al CNI. El no haber alcanzado el registro de Marichuy nos deja como tarea pendiente el evaluar nuestros actuar en el proceso para, en función de ello, redoblar nuestros esfuerzos y seguir avanzando en la organización. Ahora bien, como ya dijimos, la recolección de firmas no era el único objetivo del CNI-CIG pues también una de las apuestas era rencontrarse y sumar los dolores de las comunidades con las que el capitalismo se ensaña cada vez más y a las que les planta una guerra abierta cada día. Con este objetivo, se inició un recorrido por las comunidades del CNI distribuidas por todo el país, por lo que durante los meses de la campaña la vocera con concejalas y concejales escucharon los dolores de las comunidades y llevaron a diversos espacios, tanto comunitarios como no, la voz de los pueblos. Esos espacios en los que se recibió la voz de los pueblos también fungieron como espacios en los que muchos por primera fueron escuchados y escucharon a los demás, por primera vez se organizaron, se encontraron. La apuesta resultó. Pues aunque no se juntaron las firmas sí se juntaron aprendizajes, se juntaron nuevas experiencias, nos sacudimos y nos reinventamos en procesos organizativos múltiples, amplios, diversos. Ahora la tarea que nos ha quedado es saber ¿qué vamos a hacer con esos aprendizajes? ¿cómo le vamos a seguir? ¿cómo seguiremos caminando con el CNI? Múltiples preguntas que nos hemos de plantear con seriedad en el tiempo que viene pues el capitalismo no se detiene y como dicen por ahí “falta lo que falta”.
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