Número 33, Año 6, junio, 2019
El pasado 7 de junio se dio a conocer una declaración conjunta de los gobiernos de EEUU y México, en la que se daba a conocer el acuerdo para resolver la amenaza de Trump de imponer aranceles a la importación de los productos provenientes de México. Este acuerdo se ha posicionado, según el gobierno federal, como un triunfo de la política exterior mexicana y en particular del equipo negociador encabezado por el secretario de relaciones exteriores Marcelo Ebrard. Pero como decía el Zorro amigo del Principito: “lo esencial es invisible a los ojos”, así en este caso lo fundamental parece olvidarse cuando se grita a los cuatro vientos que hemos triunfado sobre Trump.
En todo esto de los aranceles y la migración, lo esencial no se ve y es el imperialismo y la dependencia de México respecto de los EEUU. El imperialismo es un modo de ser del capitalismo, una etapa más de este sistema basado en la explotación de las y los trabajadores; en otro escrito volveremos sobre este tema, por ahora baste saber que en el sistema imperialista se construyen relaciones de dependencia económica, política y cultural entre los países potencias y los demás países periféricos que son dominados. Estas relaciones de dependencia se basan en la alianza perversa entre las burguesías de los diferentes países y la configuración de una burguesía transnacional que es dueña de las grandes corporaciones globales. EEUU es elemento central de este sistema imperialista y México es uno de tantos países dominados, esta sencilla verdad es la que suele olvidarse.
Si bien todo lo anterior puede sonarnos a cosas extrañas o discursos de antaño, cuando vemos la historia de nuestro país es muy fácil de comprender. El robo de la mitad de nuestro territorio por parte de los EEUU, la definición, en la embajada estadounidense, del golpe de Estado contra Madero y el apoyo a la burguesía sonorense triunfante en la revolución, son momentos clave; más tarde en los años cuarenta y cincuenta el gobierno de México se subordinó a los mecanismos de integración política y militar regional que guiaban sus acciones según los intereses de los EEUU, como el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) y la OEA (Organización de Estados Americanos); después en los sesenta y setenta la participación del departamento de Estado, la CIA y demás agencias de seguridad fue clave para sofocar los movimientos estudiantiles, sociales y político-militares durante la llamada guerra sucia; en los ochenta y noventa los intereses norteamericanos se instauraron en nuestro país mediante el ideario neoliberal y los proyectos de apertura comercial y privatización, el TLCAN, el impulso del ALCA, la llegada de cientos de empresas norteamericanas a nuestro país, fueron parte de la expansión imperialista global; ya en el siglo XXI la intromisión estadounidense se dio mediante los acuerdos firmados con el PAN como el ASPAN y la Iniciativa Mérida, con los cuales se brindaba todo tipo de información al gobierno estadounidense, se aceptaba la operación de fuerzas policiales y militares gringas en territorio nacional, se obedecían los protocolos dictados por el gobierno gringo para detener la migración y sobre todo se seguía su estrategia de combate al narcotráfico, la guerra contra el pueblo decretada por Calderón y seguida por Peña fue un dictado de los Estados Unidos y las grandes empresas que sirvió como anillo al dedo a la burguesía asentada en nuestro país.
El acuerdo ahora firmado con Trump es sólo un capítulo más de esta larga historia de dominación, subordinación y dependencia, nada más, pero tampoco nada menos, por ello resulta insultante y ridículo el cinismo del PAN y demás opinadores y voceros de la burguesía mexicana cuando critican a la 4T sobre este asunto.
Tres elementos destacan del acuerdo dado a conocer el viernes 7 de junio. Primero, México se compromete a desplegar por todo el territorio nacional, aunque poniendo énfasis en la frontera sur de nuestro país, a la recién creada Guardia Nacional para detener el flujo de migrantes provenientes de Centroamérica; segundo, México será, por la vía de los hechos, un “tercer país seguro” que en la jerga especializada quiere decir que los migrantes que soliciten asilo en EEUU deberían primero solicitarlo en México, por lo pronto y ante la falta de esta denominación formal los migrantes que tramiten su asilo en los EEUU deberán esperar en territorio Mexicano; tercero, EEUU y México ven con buenos ojos el proyecto de desarrollo para los países mesoamericanos propuesto por la CEPAL y México.
Algunas implicaciones obvias de estos puntos de acuerdo: 1) la militarización del país y de la frontera sur con el pretexto de detener la migración ¿No la Guardia Nacional (GN) era para combatir al narco y brindarnos seguridad? Ahora 6 mil militares de la GN estarán dedicados a detener y maltratar a los migrantes, ¿serán tratados con respeto? en ningún lado del acuerdo firmado con Trump se mencionan los derechos humanos, ni eso; 2) Ante las dificultades para continuar la migración por medio de caravanas u otros medios colectivos, los migrantes se expondrán más a las extorsiones de las redes ilegales de trata de personas y coyotes, la migración nunca en la historia se ha detenido por medios coercitivos, nunca, no hay ni habrá barreras y muros que impidan a alguien intentar migrar; el ejemplo más claro es la frontera con EEUU, una de las más vigiladas en el mundo y aun así, año tras año, cientos de miles de migrantes cruzan el río Bravo; 3) En lo que va del año ya más de 10 mil migrantes que buscan entrar a los EEUU esperan en México, se calcula que para agosto sean 60 mil y para fines de año poco más de 100 mil, sólo por contar a los migrantes que estarían esperando que EEUU defina si los acepta o no. Algo que el acuerdo firmado no dice es que estas esperas suelen ser de meses o incluso años, esto sumado a la falta de recursos de las instancias gubernamentales que deberían atender a los migrantes y refugiados (recordemos que estos recursos serán ahora para 6 mil militares en la frontera sur) nos plantea un panorama terrible, en el que las condiciones de espera y vida de miles de personas serán todo menos dignas, por más que cada mañana se ofrezca educación y empleo para ellos.
En definitiva el acuerdo dado a conocer el 7 de junio pasado no es un triunfo, al menos no para las mayorías de migrantes centroamericanos y mexicanos, trabajadoras y trabajadores como nosotros, ello nos hermana más allá de las diferencias culturales y de nacionalidades. El problema no es la migración, el problema es el chantaje imperialista, los intereses de unos cuantos que se ponen por encima de los intereses de las y los trabajadores de todos los países.
Seguro no se trata de un triunfo para las regiones enteras del país que sufrirán y pagaran los costos de la presencia de la Guardia Nacional; más que un triunfo se trata de la continuidad de la dependencia respecto de los EEUU, la continuidad del imperialismo y de nuestra sumisión hacia los EEUU.
¿Qué hacer ante esta situación? Si en verdad somos tan pequeños y los EEUU tan grandes, no había nada que hacer nos dicen algunos, fue el acuerdo menos peor nos dicen otros, sin embargo, esto no es así. Hay mucho por hacer si en verdad hubiera la intención de romper con el imperialismo, de al menos lidiar con él en mejores circunstancias y enfrentar mejor sus chantajes.
Habría que comenzar por construir una política que realmente rompa con el pasado neoliberal, que refuerce dentro del territorio nacional los intereses de los de abajo y no los de las grandes corporaciones capitalistas trasnacionales, ni de las grandes empresas mexicanas que son aliadas de las primeras y en conjunto son las que más exportan a los EEUU y más se enriquecen a costa de la explotación de los trabajadores. Construir una política exterior basada no en el libre comercio, el pago de la deuda o la sumisión al norte y sus instituciones financieras, sino avanzar en la edificación de alianzas regionales solidas basadas en los intereses populares, en la cooperación internacional que ponga en el centro la defensa de la soberanía nacional, los intereses de los pueblos, de las y los trabajadores sean del país que sean. Esto es posible, hay quien así lo hace.
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